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Palabras Claves: cartografías, paz, comunidades indígenas, ensamblaje. Resumen: En Colombia la implementación del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC en diciembre de 2016 es una oportunidad de transformación territorial, la agenda del Acuerdo busca intervenir causas estructurales de la violencia (1) , como la desigualdad, la precariedad institucional o la “ausencia del Estado” (2) , el acceso a la tierra, las bajas posibilidades de participación política de amplios sectores, las economías ilícitas, el modelo de desarrollo, entre otros aspectos, en aras de contribuir a la construcción de la paz.
En el Acuerdo convergen y se enfrentan diferentes nociones sobre le significado de la paz, mientras algunos actores la consideran como un problema del desarrollo que se debe abordar con una agenda neoliberal orientada a la profundización de la economía capitalista en todas las geografías; para otros actores como comunidades étnicas y organizaciones comunitarias, la paz tiene que ver más con un proceso de reconstitución de las funciones colectivas del territorio, de las relaciones con
la naturaleza, entre otros aspectos (Peña, 2019) . Para la implementación del Acuerdo el Estado colombiano ha desplegado una estructura organizacional caracterizada por la creación de agencias gubernamentales y la ejecución de políticas públicas y proyectos, en los que se observa un creciente uso del mapeo y la cartografía.
Las cartografías juegan diferentes roles, en ocasiones se usan en la construcción de diagnósticos: institucionales con participación de la población campesina e indígena (Punto 1.2. Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial); en otros momentos la cartografía es un producto o resultado esperado que permite aclarar derechos de propiedad y titulación (Punto 1.1. Acceso y Uso a la tierra); delimitar áreas de protección o conservación (Punto 1.1.10 Cierre de frontera agrícola y protección de zonas de reserva); también es un instrumento para mejorar la planificación del desarrollo (Punto 1.1.9. Formación y actualización del catastro “catastro multipropósito”); facilita la identificación de áreas para la puesta en marcha de programas de sustitución de cultivos de uso ilícito (Punto 4 Solución del problema de las drogas ilícitas); e incluso contribuye al esclarecimiento de la verdad y a las acciones de justicia a través del uso de geo tecnologías (Punto 5 Acuerdo sobre las víctimas del conflicto).
Por lo anterior, surge el interés de indagar en el uso de la cartografía en el Acuerdo de Paz colombiano, partiendo de la multiplicidad de actores y de la polisemia de conceptos de paz asociados, me interesa reconocer la influencia del mapeo técnico y comunitario en la construcción de geografías de paz. Concretamente ubico la investigación en Puerto Guzmán en el departamento del Putumayo - Colombia, en el pie de monte noroccidental de la Amazonía Colombiana, me centro en la experiencia de la comunidad indígena Nasa de los resguardos El Descanso y La Aguadita y en el punto 4 del Acuerdo Solución al problema de las drogas ilícitas, donde analizo críticamente las cartografías institucionales que se producen.
Teórica y metodológicamente me ubico en el pensamiento de ensamblaje, las teorías no representacionales y la teoría actor red, estos enfoques me permiten entender la paz de manera relacional y situada, así como plural y dinámica – cuyos significados varían en el tiempo, el espacio y la escala (Koopman, 2017); considero la paz como un ensamblaje (3) de personas, procesos discursivos y cosas materiales, en el que las cartografías son un actor más que se ensambla, de una manera particular y que permite viabilizar una noción concreta de la paz.
En la situación concreta analizada, observó las convergencias de actores institucionales (Agencia de Renovación del Territorio, Agencia Nacional de Tierras, Ministerio del Interior, UNODC, Ejercito Nacional, Alcaldía municipal de Puerto Guzmán, Gobernación del Putumayo) actores comunitarios (Resguardos Nasa, Organización Afrodescendiente, campesinos vecinos) y objetos (GPS de diferentes tipos, capas cartográficas -shapes-, límites territoriales – corrientes de agua y mojones).
Todos estos actores contribuyen a la consolidación de una pluralidad de paces que movilizan diversas ideas como la autonomía territorial y el derecho a la autodeterminación, la pacificación securitizada y desnarcotizada, y la paz inacabada e imperfecta.
La implementación del punto 4 del Acuerdo desemboca en el encuentro de las tecnologías de información geográfica TIG con los conocimientos indígenas, la dicotomía entre el mapeo indígena y el “científico” se desdibuja, dado que la cartografía es un proceso, este permite conectar experiencias orales, escritas, performativas y experimentales que transmiten el conocimiento cultural indígena, así como incluyen voces marginadas, para revitalizar la cultura y el idioma indígenas (Palmer, 2013). Ahora bien, no se trata de un proceso libre de conflicto, de hecho, las conquistas indígenas se consiguen a través de movilización política que exige el cumplimiento y la garantía a los derechos de la autodeterminación en dialogo con los actores políticos.
Como parte de la gramática institucional asociada a la política de paz y de lucha contra las drogas, el pueblo Nasa del Putumayo se involucró en la construcción de su propia cartografía, incorporando representaciones científicas que lo legitiman frente a los otros actores, mientras reivindica nociones propias del territorio y defiende una noción de paz sobre vivir tranquilo en su territorio, con sus propias formas de gobierno.
(1) Aquellas “características de la organización social, política, jurídica y económica del territorio que incentivan, facilitan o determinan el recurso de la violencia y su reproducción en el tiempo” (Criado de Diego, 2017, p. 26).
(2) Se ha construido una narrativa sobre la ausencia del Estado como motor del conflicto armado, no obstante, en esta investigación se prefiere una aproximación a la presencia diferenciada del Estado.
(3) Existen múltiples usos del término 'ensamblaje' en geografía, aquí se ensamblaje como un dispositivo sensibilizador de la diversidad ontológica de los actantes, la agrupación de esos actantes, la distribución resultante de capacidades de
agencia y un afuera que excede la agrupación. Este concepto retoma el sentido de ensamblaje agencement (del francés) desarrollado por Deleuze y Guattari (Anderson, B., & Harrison, P. 2010).
Referencias
Anderson, B., & Harrison, P. (2010). The Promise of Non-Representational Theories. En B. Anderson & P. Harrison (Eds.), Taking-Place: Non-Representational Theories and Geography (1a ed., Vol. 1, pp. 1–36). Ashgate.
Koopman, S. (2017). Peace. En D. Richardson, N. Castree, M. F. Goodchild, A. Kobayashi, W. Liu, & R. A. Marston (Eds.), International Encyclopedia of Geography: People, the Earth, Environment and Technology, (pp. 1–4). Wiley. https://doi.org/10.1002/9781118786352.wbieg1175
Palmer Mark (2013). Chapter 4 (In)Digitizing C´auig´u Historical Geographies: Technoscience as a Postcolonial Discourse. En: A. von Lunen and C. Travis (2013) (eds.), History and GIS: Epistemologies, Considerations and Reflections. DOI 10.1007/978-9
Peña, L. (2019). Paz territorial: conectando imaginación moral e imaginación geográfica (Núm. 5–2019).
Palabras claves: geografía de paz, escuela, territorio de paz, espacio educativo, comunidad.
Nuestras sociedades se han fundado sobre actos de violencia, esto ha tenido como resultado un sinfín de problemas que van desde conflictos armados, saqueo de los recursos naturales, sequías, marginación, exclusión social y un largo etcétera. En
este sentido, podemos decir que la violencia está presente en los diversos contextos y en la mayoría de nuestras relaciones sociales. Desde hace más de quince años la violencia en México ha impregnado en cada esfera de la sociedad y la vida de cada persona alcanzando a las escuelas, modificando la dinámica y la realidad educativa del país. Esto, aunado a las diversas prácticas de enseñanza-aprendizaje, configurando con ello a las escuelas de educación básica como espacios de violencia.
En este contexto, surge la necesidad de crear un espacio físico destinado a que las niñas, los niños y la adolescencia se desarrollen libre y pacíficamente; un espacio para la paz. Y es a partir de las funciones sociales de la escuela que se plantea la
posibilidad de que ésta se construya como un territorio de paz.
Es sólo a partir de la vivencia de otro tipo de relaciones sociales en el espacio educativo, lo que va a originar nuevos modos de pensar, hacer y sentir. Por lo cual, es fundamental transformar la vida dentro de la escuela y transformar el espacio educativo para construir nuevas formas de convivencia. La intencionalidad de educar para la paz en las escuelas no es un tema nuevo. Sin embargo, es indispensable pensar la paz en las escuelas de educación básica desde realidades territoriales concretas y buscar alternativas pedagógicas que tomen en cuenta estas realidades. Para esto, es fundamental pensar la paz no como ausencia de conflicto, sino como un proceso cuyo significado varía contextualmente, la paz como una acción y práctica social.
Esto presenta un reto territorial para la educación para la paz, la cual hay que entender que los y las estudiantes son sujetos políticos, que se construyen territorialmente. Es decir, en unas coordenadas espaciales, temporales, sociales e históricas específicas. Se busca entender la relación entre el espacio y el sujeto para promover el conocimiento del territorio. En este sentido, es necesario reconocernos como agentes y no como sujetos (las personas como agentes transformadores del
espacio-territorio) ya que la forma en la que se planean y utilizan los espacios tiene un impacto en la vida de las personas.
Dentro de este contexto, se señala la necesidad y la importancia de plantear una educación contextualizada; una educación basada en problemas, en donde las y los estudiantes se pregunten sobre lo qué pasa en su territorio, es decir, significar los
contextos escolares. Estudiar el territorio desde el aula y la escuela, brinda la posibilidad de conocer el territorio y poder transformarlo en bien de la comunidad y es una oportunidad de promover y construir la paz. Enseñar y aprender con una perspectiva geográfica es proveer a la comunidad educativa la comprensión del espacio-territorio, los cuales deben de ser estudiarlos para así poder transformarlos.
Concebir la escuela como un territorio de paz nos brinda la posibilidad de apropiarnos del espacio y crear espacios de encuentro, mediación y reconocimiento de la diversidad y la diferencia. Para poder hablar de la escuela como un territorio de paz, es fundamental nombrar al otro desde un orden enunciativo; nombrarlo implica reconocer otra forma de ser y hacer en sociedad. En este sentido, la escuela como un territorio de paz nos da horizontes de posibilidad dentro de los cuales las y los agentes involucrados dentro del espacio educativo construyen, comparten, aportan, enseñan y aprenden en comunidad, con el fin de construir una paz que sea incluyente, estable y que se consolide en el tiempo para todas las generaciones.