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En 1997, por medio de un acuerdo suscrito por el Consejo Superior Universitario, se creó la sede San Andrés de la Universidad Nacional de Colombia que, años más tarde, tomaría el nombre de sede Caribe. Esto hacía parte de las funciones misionales de la universidad las cuales tenían que ver con su llegada a las regiones, sobre todo a aquellas de carácter fronterizo, en dónde el Estado colombiano, históricamente, había hecho una presencia esporádica y nunca integral. De esta manera, la universidad sentaba un precedente en el principal archipiélago del país, un espacio en el cual la soberanía nacional ha estado en disputa. Tres años después, investigadores de la misma universidad traducen y publican, en dicha sede, una serie de ensayos de carácter geopolítico que habían sido escritos cien años antes por el conocido contraalmirante e historiador norteamericano Alfred Thayer Mahan. El libro, titulado El interés de Estados Unidos de América en el poderío marítimo-Presente y Futuro (Mahan 2000), compila una serie de ensayos que dan cuenta de la visión geopolítica y estratégica de la nación del norte, su horizonte de conformación como potencia marítima y su papel como actor “decisivo” y beligerante en el Caribe y Centro América. Quienes tradujeron y reeditaron dicha obra sabían de su pertinencia para la geopolítica caribeña colombiana del siglo XXI e implícitamente dejaban sobre la mesa la idea de que los Estados-nacionales latinoamericanos han tenido que conformarse en medio de las estrategias de dominio y de los intereses coloniales e imperiales de potencias extranjeras. Si bien, a Mahan, nacido en 1840 en West Point (Virginia, Estados Unidos) se lo suele definir más como historiador y estratega naval, es posible incluirlo como parte de aquel grupo de pensadores que conforman lo que Heriberto Cairo denomina como la “tradición moderna de la geografía política” (1993, 195). Cairo se refiere a un periodo que se enmarca desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, en el que la geografía y, en particular la geografía política, constituyen una ciencia de Estado, un cúmulo organizado de conocimientos estratégicos que irán aparejados a los intereses expansionistas de las principales naciones capitalistas de Europa y Norteamérica. Soportados en la aplicación de las ideas darwinistas a las relaciones entre estados, Mahan compartiría entonces un lugar modesto junto a pensadores de gran reconocimiento en este periodo como Friedrich Ratzel, quien publica su Geografía política en 1897, mismo año en que sale al público la primera edición del libro de Mahan (1897). Un año después estalla la guerra hispanoamericana (1898) marcando un punto de inflexión en la política exterior estadounidense y en dónde se aplicarían buena parte de los postulados propuestos por el contraalmirante en sus ensayos. La mencionada tradición moderna se extiende a otros exponentes como el geógrafo sueco Rudolf Kjellén quien acuña el concepto de geopolítica y al geógrafo británico Halford Mackinder quien publica su conocido artículo sobre el “pivote geográfico de la historia” en 1904. Años más tarde aparece la obra de Isaiah Bowman, sobre quien Neil Smith (2003) escribió un libro titulado “Imperio Americano”. Volviendo a Mahan, sus ensayos pusieron de manifiesto lo que a partir de 1898 sucedería en Cuba, Puerto Rico, Hawái y Filipinas, marcando una línea de continuidad en la política imperial que se expresa en múltiples ocupaciones militares en Centroamérica y el Caribe. Este auge de la geografía como ciencia de Estados y de imperios, punta de lanza y legitimante de su avance sobre los territorios de los “otros”, permite preguntarse sobre qué sucedía en la geografía colombiana o, mejor, en el pensamiento geográfico colombiano del periodo. Esta ponencia explora la relación entre la historia del pensamiento geográfico colombiano y los marcos interpretativos de la historia intelectual y política. Para ello, se aproxima al pensamiento político latinoamericano y en particular al ensayo político género que se considera poseedor de una visión geopolítica propia, expresada en un cúmulo de intelectuales que vivieron entre 1898 y 1930 y que se caracterizaron por ser poseedores de una filiación ideológica antiimperialista. Sus ensayos pocas veces hacen parte del canon disciplinar de la geografía política, no obstante, en esta ponencia sostenemos que son portadores y desarrolladores de una visión geopolítica de raíz latinoamericana. Estas visiones no solo denuncian y luchan contra avance imperial estadounidense, sino que llaman a la unidad de los pueblos y naciones latinoamericanos, a la conformación o recomposición de bloques geopolíticos de poder, reivindican la herencia hispánica y/o amerindia y, en general, claman por un reconocimiento de lo propio con respecto a lo ajeno. Hacemos referencia aquí a autores como el cubano José Martí y su idea de nuestra América (1973), al uruguayo José Enrique Rodó y su Ariel, al poeta nicaragüense Rubén Darío, el argentino José Ingenieros, entre otros autores que conformaron un arco variopinto de perspectivas antiimperialistas latinoamericanas. Esta corriente de pensamiento tiene un representante en Colombia, el escritor bogotano José María Vargas Vila (1860 – 1933), un polémico intelectual de comienzos del siglo XX, autor de una importante obra literaria que ha sido objeto de una profusa reflexión académica. Sin embargo, sus escritos relativos a su filiación ideológica antiimperialista y a su concepción de la geopolítica del momento no han sido leídos con la misma atención. En esta otra faceta, se muestra como un fuerte crítico de la relación entre Estados Unidos y América Latina, lo cual propicia un acercamiento a su contemporáneo y amigo José Martí. La presente ponencia propone acercarse al pensamiento de este intelectual resaltando su concepción geopolítica antiimperialista. Ella se manifiesta de manera particular en su texto Ante los Bárbaros (Estados Unidos y la guerra) el Yanki; he ahí el Enemigo, publicado por primera vez en 1902. Esta obra lo lleva a ser considerado como uno de los más radicales intelectuales anti-yankee de la época. La ponencia aborda el discurso antiimperialista de Vargas Vila, analizando su concepción geopolítica y tratando de establecer conexiones con otras filiaciones ideológicas como el nacionalismo liberal decimonónico, el nacionalismo revolucionario y el pensamiento libertario.
Este trabajo es la primera aproximación investigativa y empírica al campo del paisaje sonoro, ya que a pesar de que el concepto de paisaje mismo ha sido muy estudiado no solamente por geógrafos, sino también por biólogos, ecólogos, arquitectos, urbanistas y una gran diversidad de disciplinas, el paisaje sonoro por se ha venido abriendo paso por cuenta propia para abordar la importancia de los sonidos- y los ruidos- para entender lo que sucede en el espacio geográfico. De las transformaciones en el tiempo, de las diferencias entre lo natural y lo transformado, lo rural y lo urbano. En otras palabras, a partir de los sonidos es posible acercarse a otras formas de conocer las características de un lugar. A partir de la experiencia de este primer ejercicio del autor, es posible afirmar que el paisaje sonoro como herramienta para comprender los diferentes elementos que componen un determinado espacio, en este caso la ciudad de Ensenada y la Laguna Hanson, ambos en el municipio de Ensenada, como otra forma de abordar las características de esos sitios, pero también como una herramienta indispensable para la comprensión de los fenómenos de ese lugar, para poner en evidencia lo que acontece ahí y en determinado momento defenderlo ante el embate de los poderes económicos y políticos. Transiciones nos muestra las transformaciones del paisaje (sonoro) a partir de la escucha en diferentes lugares del municipio de Ensenada, B. C. El trabajo consta de cuatro diferentes piezas/momentos: Comienza con Sombras (1600), que muestra sonidos ambientales en la Laguna Hanson, dentro del Parque Nacional Constitución de 1857, un paisaje relativamente poco intervenido por el ser humano, en el que predomina la parte natural; le sigue Ruptura (arroyo), que corresponde a una caminata sonora alrededor de la parte final del Arroyo Ensenada, que atraviesa la ciudad hasta desembocar en el Pacífico pero esta última parte se encuentra a un costado del Centro Cívico y Cultural Riviera, un lugar emblemático y de importancia histórica para la ciudad que se ubica entre la calle primera y el Boulevard Costero, en pleno centro de la ciudad, estos sonidos invitan a la reflexión a partir de la transición de elementos naturales a otros propios de una urbe; el tercer momento, en Ronquidos, el malecón del puerto representa características heterogéneas y de diversidad de actividades meramente antrópicas: embarcaciones que llegan y se van, un conjunto norteño que se enfrenta, y poco a poco se va perdiendo, contra la música de moda salida de una bocina, una persona durmiendo, las cortinas de los comercios, entre otras actividades propias de una ciudad costera; por último, Restauración, en el campus de la UABC en El Sauzal, contiene una dinámica sonora que nos recuerda la importancia de la naturaleza a pesar del entorno hostil de una ciudad en crecimiento. Finalmente, como parte de una reflexión retrospectiva, es importante afirmar y dejar en claro que la experiencia sonora del paisaje, abre la capacidad sensorial de los participantes, los invita a descubrir nuevas formas de comprender el espacio y sus características, así como conocer los aportes teóricos de este campo que aunque se va sentando con bases sólidas, también tiene aún un largo camino por recorrer y posibilidades de brindar elementos a la sociedad para comprender y comprenderse.
Ficha técnica
Título de la obra: Transiciones
Autor: Roberto De Anda Márquez Padilla
Duración: 5 ́ 52 ́ ́
Año: 2022
Palabras clave Paisaje Sonoro, Ensenada, Transformaciones rural-urbano.
Palabras clave: Huertos comunitarios, ollas populares, pandemia, Quito.
Resumen: La Covid-19 evidenció las inequidades e injusticias sociales del sistema capitalista, las cuales hasta se han profundizado en los distintos ámbitos de la vida. Latinoamérica fue la región más afectada en, entre varios aspectos, lo laboral, sumando 41 millones de desempleados con la emergencia sanitaria. Si bien la Organización Internacional de Trabajo ha declarado que los países latinoamericanos se recuperan hasta cifras prepandemia, las condiciones laborales han ido en dirección de la precariedad, el subempleo o la informalidad sin ninguna garantía para lograr una vida digna. Si nos retrotraemos a los tiempos de pandemia, esta situación puso en riesgo la satisfacción de las necesidades de las clases populares, especialmente de tipo alimentario. El nivel de consumo y la calidad de los alimentos para la población sufrieron efectos negativos en países con alto grado de desigualdad, como el Ecuador. Ante este panorama, organizaciones de base popular impulsaron iniciativas agrícolas en ciudades como Quito para proveer a la vez a las ollas populares que se iban gestando en los barrios con el objetivo de apoyar a la seguridad alimentaria. En este sentido, nuestra propuesta propone presentar el trabajo del Frente Ecológico Natura Insurrecta durante la pandemia en los huertos comunitarios y cómo los diferentes conocimientos fueron puestos al servicio de objetivos colectivos ante una necesidad concreta. Para esto, Natura Insurrecta colaboró con Contrapique para la elaboración de un producto audiovisual que tiene una duración de ocho minutos y que muestra esta experiencia en tres barrios del periurbano de Quito. Este trabajo nos mostró la urgencia de trascender la teoría en la práctica transformadora de los huertos comunitarios y la construcción de relaciones de confianza y solidaridad. Además del trabajo agrícola, los huertos se han constituido como espacios de intercambio de saberes, de formación política, autogestión y de alianza académico- popular locales en tiempos de crisis global del capitalismo.
Varias cosmovisiones indígenas en las Américas conciben a la Tierra como una Madre y, por este hecho, tienen una postura no antropocentrista, según la cual los indígenas son su territorio. Diversos de estos pueblos luchan por la supervivencia de sus culturas, en cuanto son amenazadas por manifestaciones como la publicidad (con un bombardeo de imágenes que promueven nuevos ideales) o proyectos mineros (que violentan directamente a estos pueblos y a sus territorios).
Asumiendo que la realidad es una construcción, juzgar si estas cosmovisiones son ciertas o falsas es irrelevante. Lo que interesa es considerar que son cosmovisiones que procuran preservar la vida y, acabarlas, significa eliminar posturas ontológicas que salvaguardan el planeta.
En esta conferencia propongo exponer algunas similitudes y diferenciales entre la lucha de dos pueblos indígenas de las Américas por salvaguardar sus tradiciones y sus territorios, realizando resistencia a la minería, a través del análisis de dos documentales. Estos pueblos son los wayúu en Colombia y los wixárica en México. Para visibilizar la lucha de los primeros, me remito al documental El río que se robaron (2016), dirigido por Gonzalo Guillén, y, a los segundos, a Huicholes: los últimos guardianes del peyote (2014), dirigido por Hernán Vilchez.
La conferencia invita a considerar que la lucha por preservar la naturaleza, lo que es cuidar el agua, no acontece en un espacio en particular, sino que se manifiesta en diversos puntos del planeta y es menester cuidar a los pueblos indígenas y sus cosmovisiones porque son guardianes de recursos naturales vitales como el agua y el aire.
Palabras clave
Indígena, documental, agua, minería, resistencia.
En 1972 Ernesto Cardenal escribió Canto Nacional, dedicado al Frente Sandinista de Liberación Nacional que luchaba contra la dictadura de la dinastía Somoza, y en donde se expresan sus concepciones sobre el marxismo, el cristianismo, la justicia social, la naturaleza y el lenguaje, entre otros tópicos. En esta ponencia examinaremos la manera en que este poema se ubica en la trayectoria de Cardenal y en el panorama político y cultural de Nicaragua, y observaremos en específico la concepción sobre el lenguaje y su relación con la realidad y la naturaleza que allí aparecen. En Canto Nacional observamos la manera en que su autor trenza las fuerzas sociales y políticas que se aunaron contra los Somoza (marxismo, nacionalismo, catolicismo social-revolucionario) para dar lugar a una particular concepción de la historia, la naturaleza y el cosmos: lo que en el poema se menciona como el ”proceso”. A través de este “proceso”, Cardenal intenta inscribir la historia humana en un devenir cósmico, a su vez que pretende hacer de la voz poética una manera sagrada de acercar el quehacer humano a la naturaleza, así como hacer de la naturaleza un conjunto de seres que participarían del éxtasis cósmico. La revolución social que se plantea en el poema tendría visos de realización espiritual, y sobre todo de comunión con el cosmos y con la naturaleza, o como lo llamaríamos hoy, con los seres no-humanos. De una manera politizada y militante, Cardenal presenta en Canto Nacional una sacralización de la naturaleza, de la sociedad humana y de la palabra poética que se oponen de manera radical contra el extractivismo, minero en este caso. Por lo anterior, lo planteado en el poema dialoga, de maneras muy enriquecedoras para las discusiones actuales, con pensadoras y pensadores como Arturo Escobar (territorio), Giorgio Agamben (lenguaje sacro) o Rosi Braidotti (posthumanismo).