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Nos proponemos compartir la teoría colectiva que recuperamos como parte de una colaboración en la que participamos una aliada académica y diecisiete participantes activas de la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (CONAMI). Desde los últimos veinticinco años, CONAMI ha funcionado como una red nacional, integrada por mujeres de múltiples organizaciones sociales de México, cuya misión es apoyar a las mujeres a recuperar y resignificar su identidad, resistiendo contra formas pasadas y contemporáneas de colonización.
Las compañeras que se implicaron en la investigación como colaboradoras cuestionamos la violencia epistémica que ha silenciado y cosificado a los pueblos indígenas. Se trata de una contribución única al campo de los estudios para la paz, que da
cuenta sobre cómo mujeres que se asumen políticamente como indígenas y que proceden de diversos pueblos de México, imaginan una vida sin violencias y la intentan conseguir en resistencia al discurso desarrollista de la paz neoliberal. Enfatizamos los retos a los que las mujeres de la CONAMI se enfrentan en su accionar colectivo y como a través de la praxis disuaden discursos que mitifican sus experiencias, negándose a ser tratadas como víctimas, mujeres del pasado o espectadoras inertes ante la modernidad. Se oponen a las visiones racistas, clasistas y sexistas, que reproducen ideas esencialistas sobre sus identidades. Denuncian que a menudo, cuando no cumplen con mandatos coloniales o patriarcales, se les aplica una especie de Indigenómetro para cuestionar su autenticidad indígena. Afirman que no hay un solo modelo de mujer indígena. Desde esa concepción, la paz para las mujeres indígenas implicadas en esta investigación comienza cuando ellas mismas toman poder sobre sí mismas, cuando definen y defienden sus horizontes de deseo. Al mismo tiempo reconocen que les es vital unir fuerzas en un frente común para defender sus derechos fundamentales y colectivos.
Proponemos un diálogo de saberes desde el cual las integrantes de CONAMI traducen el concepto paz a las realidades locales desde donde se sitúan y llevan a acabo acciones para erradicar las múltiples violencias a la que se enfrentan. Desde sus lenguas maternas la palabra paz no existe, pero sí ubican palabras y conceptos que en su cotidianidad comunitaria emplean para dirimir conflictos. Para estas mujeres, la paz no es un estado de armonía sublime, es la tensión constante que recrea la continuidad de la vida en comunidad, permite acuerdos para compartir corresponsabilidad y continuamente está resistiéndose a una política continua de mestizaje que es racista.
Otro aspecto abordado, es el trauma transgeneracional asociado al mestizaje que impacta en la vida de las mujeres indígenas y que opera en alternancia con otra serie de violencias estructurales y directas. Ese trauma no se repara a través de acciones
individuales, sino desde acciones múltiples y en distintos niveles. Son fundamentales las alianzas que van más allá de lo local comunitario en el ámbito local, con otras mujeres indígenas y no indígenas, con agencias donantes, instituciones académicas,
gubernamentales e intergubernamentales.